Monocromo |
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No sé por qué me cuesta tanto terminar las cosas. Me hace mucha ilusión empezarlas, como a todo el mundo, imagino; me lo paso en grande trabajando en ellas, pero cuando llega la hora de rematarlas, dar los últimos toques y deshacerme de ellas algo en mí se desinfla. La desidia llega hasta tal punto que aparto el objeto de mi vista —ojos que no ven, corazón que no siente— para que no me remuerda la conciencia. ¿A qué se debe este comportamiento? ¿Dónde estará el origen de este miedo a desprenderme de las cosas?