Hora del té |
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Es difícil ser amante del té en un país mayoritariamente cafetero. Pocas veces tienes la oportunidad de tomarlo en condiciones ya que por lo general lo que te sirven es un aguachirle con bolsita preparado con el agua de la máquina del café. O de comprarlo, aunque ahora se estén llenando las ciudades con tiendecitas franquicia donde te ofrecen delicatessen a precio de oro. Por no hablar de las tazas: o son de gruesa loza para café (demasiado pequeñas) y café con leche (demasiado grandes), o son de porcelana fina tan exclusiva que comprar una cuesta un ojo de la cara, no digamos ya un juego de media docena.